Ante una concurrencia de unos 180 invitados, entre los que se destacaron importadores, distribuidores, empresarios gastronómicos, gerentes hoteleros y periodistas especializados en vinos y gastronomía, el Embajador argentino inauguró el 16 de abril, en su residencia de Carrasco, la tercera edición del “Día Mundial del Malbec en Montevideo”.
Con más de 55 etiquetas representadas, los invitados disfrutaron de los tintos que hoy son emblema de la Argentina además de dos espumosos elaborados con Malbec.
El Ing. Dante Dovena y la sommelier Alejandra Puig realizaron una introducción en la que destacaron la calidad del Malbec argentino y su potencial en el mercado mundial del vino. También repasaron la historia de la cepa, originaria de Francia pero luego desarrollada con gran éxito en la región de Cuyo.
El evento, ya plenamente instalado en el calendario gourmet de Montevideo, se desarrolló en el marco de las celebraciones internacionales impulsadas conjuntamente por la Cancillería argentina y Wines of Argentina, institución encargada de promover la imagen del vino argentino en el mundo.
La capital uruguaya fue elegida para la degustación junto a muchas otras localidades, como Viena, Hong Kong, Kuala Lumpur, Toronto, Londres, Madrid, Varsovia, París, Miami, Washington, Milán, Santiago de Chile y Brasilia. (Ver todos los eventos en http://malbecworldday.com/events).
Bodegas participantes
En representación de la gran diversidad de Malbecs argentinos, la degustación contó con los siguientes expositores: Almena, Carrau y Cía., Grand Crú, Los Cerros de San Juan, Los Domínguez, Moët Hennessy Uruguay, Surbalco, Vinos del Mundo, Pagos y Cepas, Fernando García, Iberpark, Luis G. Bonomi y Mendoza.
Los orígenes de la cepa
El origen del Malbec se encuentra en el sudoeste de Francia. Allí se cultivaba este cepaje con el que se elaboraban vinos denominados de Cahors por el nombre de la región, reconocidos desde los tiempos del Imperio Romano. Estos vinos se consolidaron en la Edad Media y terminaron de fortalecerse en la modernidad.
El Malbec fue llevado de Francia a la Argentina en 1853 por Michel Aimé Pouget (1821-1875), un ingeniero agrónomo. El 17 de abril de ese año, con el apoyo del gobernador de Mendoza, Pedro Pascual Segura, se presentó el proyecto ante la Legislatura Provincial, con vistas a fundar una Quinta Normal y una Escuela de Agricultura. Este proyecto fue aprobado por la Cámara de Representantes el 6 de septiembre del mismo año.
A fines del siglo XIX y de la mano de los inmigrantes italianos y franceses, la vitivinicultura creció exponencialmente y con esta, el Malbec, que se adaptó rápidamente a los diversos terruños que proponía la geografía argentina, donde se desarrolló, incluso, mejor que en su región de origen. De esta forma, con el tiempo y con mucho trabajo, se perfiló como uva insignia del país.
El 17 de abril es, por tanto, no sólo el símbolo de la transformación de la vitivinicultura argentina, sino el punto de partida para el desarrollo de esta cepa, emblema de nuestro país a nivel mundial.